jueves, 15 de diciembre de 2011


LA CRISIS ENERGETICA.


El mundo se encuentra en un periodo de crisis energética, ya que dentro de algunos años, la producción mundial de petróleo empezará a disminuir, al haber alcanzado el límite de producción, mientras la demanda mundial no deja de aumentar.

El consumo de petróleo supone unos 100 millones de barriles al día (cada barril contiene 159 litros) y supone aproximadamente el 50 % del consumo energético. Desde hace mucho tiempo el consumo se viene incrementando año tras año.

Teniendo en cuenta que mas pronto que tarde habrá mas demanda que oferta se hace necesario buscar otras opciones o alternativas energéticas que van desde las llamadas energías alternativas o renovables hasta las energías nucleares, aunque ninguna de ellas cuenta con una viabilidad plena.
El petróleo, hoy en día, se encuentra por todas partes, desde los plásticos de los envases o de los más variados aparatos, juguetes, etc., hasta los fertilizantes utilizados en la agricultura.


Alternativas energéticas:
El gas natural es el que más está aumentando su uso. Tiene muchas ventajas, pero su explotación también contribuye al efecto invernadero y presenta el problema, al igual que ocurre con el petróleo, de que a medida que aumente su consumo se agotarán sus reservas más rápidamente.
El carbón es un combustible muy pesado, poco eficiente, con poca versatilidad y con un gran coste de extracción y de transporte. Aun así su consumo es muy importante. Es muy contaminante (tanto su minería como su combustión) y es el causante de la lluvia ácida, además de contribuir al efecto invernadero. Estos problemas se verían incrementados si se tratase de sustituir con él al petróleo.
Los biocombustibles no tienen las prestaciones que presentan los gasóleos obtenidos del petróleo y, para incrementar su producción significativamente, se tendrían que dedicar una gran cantidad de tierras fértiles a su cultivo, lo que es complicado en un mundo en el que el hambre y la desertización son dos de sus problemas de más difícil solución. Además, nuevamente el petróleo aparece como el recurso que está detrás de su desarrollo, pues el proceso de siembra, tratamiento, fertilización, riego, cosecha, transporte y distribución requiere de energía que en la actualidad se obtiene del “oro negro”.
La fusión nuclear, la que se produce en el interior del Sol y que nos proporciona la energía que nos llega del astro, es la fuente de energía de la que se dice que resolverá todos los problemas energéticos en el futuro, pero las complejidades tecnológicas a superar son de tal magnitud que desde que se planteó inicialmente ya se advertía que no iba a estar disponible al menos antes de pasados unos 50 años, y así se continúa diciendo en la actualidad, pese a que han pasado más de 30 desde entonces. Se necesita alcanzar temperaturas superiores a cien millones de grados para que se produzca la reacción de fusión; materiales que resistan las altas temperaturas y la radiación; lograr que la energía liberada sea mayor que la necesaria para calentar y mantener aislado el combustible; y finalmente, desarrollar dispositivos que capturen la energía generada y la conviertan en electricidad, de tal manera que de todo el proceso se obtenga un balance energético suficientemente positivo.
La fisión nuclear presenta numerosas dificultades para implantarse a gran escala y a corto plazo: el enorme coste (económico y energético) de la construcción y desmantelamiento de cada central nuclear; la ausencia de soluciones al tratamiento y almacenamiento de los peligrosos residuos, que emiten radiactividad durante miles de años; el riesgo de accidentes nucleares y de atentados terroristas; los conflictos entre los países por el temor al posible empleo de la energía nuclear para fines militares; el gran impacto ambiental que genera la minería del uranio. En todo caso, aunque todos estos problemas se pudieran superar, el uranio también es un bien limitado.
El hidrógeno no es una fuente de energía ni un recurso natural y debe obtenerse a partir de otras materias primas (agua, biomasa, combustibles fósiles), necesitando más energía para obtenerlo de la que después proporciona. Se plantea como combustible para el transporte porque no es contaminante y en principio se podría utilizar de forma líquida, como los derivados del petróleo, aunque para ello se tendrían que conseguir temperaturas por debajo de los -253º C y presiones elevadísimas, lo que supondría un gasto elevado de energía. Ocupa 8 veces más volumen por unidad de energía que las gasolinas o el diesel, y haría falta adaptar a él los vehículos actuales y los sistemas de transporte y distribución de combustible que están implantados hoy en día, siendo su manipulación extremadamente peligrosa debido a su elevada inestabilidad.
La energía hidroeléctrica, que sólo aporta el 3 % de la energía global, tiene pocas posibilidades de incrementarse significativamente. Las grandes presas siempre causan gran impacto sobre las áreas donde se construyen, y obligan a desplazarse a las poblaciones residentes en las mismas. Además la regularidad hidrográfica cada vez es menor produciendo con mayor frecuencia largos periodos de sequía seguidos de periodos de lluvias torrenciales que no permiten su almacenamiento. También hay que añadir el hecho de que se pierde 66% de dicha energía en forma de calor en su transporte.


Las energías renovables (solar, eólica, mareomotriz, geotérmica …) representan tan sólo el 0,5 % del total mundial, y su incipiente desarrollo ha sido posible gracias a la disponibilidad de petróleo, que es utilizado tanto en forma de materia prima como de energía para la fabricación de los costosos materiales necesarios, y para la construcción de las infraestructuras aparejadas. La energía que proporcionan es difícil de transportar y de almacenar y su cantidad varía en función de agentes externos, además e contar con rendimientos no muy elevados. Si se aprovechase toda la energía eólica, mayor rendimiento, de la Tierra en los 100 metros más cercanos al suelo, algo inviable, la cantidad de energía tan sólo sería el 75% de la energía primaria que los seres humanos consumimos en la actualidad. Si hiciésemos dicha equivalencia con la energía solar fotovoltaica, necesitaríamos una superficie equivalente a toda España para conseguirla.


Por último, es imprescindible que haya Ahorro Energético.
El crecimiento poblacional y la economía de mercado han aumentado la demanda de productos y energía, creciendo la huella ecológica de la humanidad. La base de la economía mundial se basa en el concepto de crecimiento infinito que requiere de un 3% de incremento anual. Dicho crecimiento implica que en apenas un cuarto de siglo, las necesidades energéticas se habrán duplicado y así sucesivamente. También hay que tener en cuenta el hecho de que el 75% de la población mundial consume el 25% de la energía y el 25% de los ricos consumen el 75% restante, por lo que si estos últimos quisiesen unirse al carro del consumo energético entonces las necesidades energéticas se multiplicarían entre 4 y 9 veces.
Los EE UU y Canadá tienen el récord de consumo, constituyen sólo el 5% de la población mundial y consumen el 30% de la energía primaria. Como solución a dicha problemática energética, los científicos sólo encuentran una reducción a nivel global del consumo de energía por individuo, es decir, un ahorro energético. El hombre primitivo proporcionaba 100 vatios hora al día siendo suficiente para su permanencia (una bombilla), un deportista en plena acción proporciona 1500 vatios. El consumo medio mundial per capita es de 2200 vatios sin embargo el consumo en EEUU es 12500W, mientras que en Europa es 4600W, proporcionando la misma calidad de vida aparente...
En mi opinión, la única alternativa a la crisis energética inminente es una reducción en el consumo de energía, de no ser así la Humanidad sufrirá una auténtica calamidad.

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jose0511@gmail.com,profesorcmc1a@gmail.com